Cuando la compañía Nokia era la reina de la telefonía, a diferencia de hoy, era habitual que los teléfonos tuvieran baterías extraíbles. Estas baterías diferían entre los distintos modelos de teléfonos aunque en algunos casos se podían intercambiar a pesar de usar baterías con distinta numeración.
Los contras de las baterías extraíbles son que ocupan más espacio que las integradas no extraíbles tan habituales a día de hoy, además a la hora de diseñar la circuitería interior las integradas permiten mucho más juego a los diseñadores al parecerse a un sobrecito de azúcar. A favor de las baterías extraíbles cabe destacar que nos dan la posibilidad de usar nuestro teléfono “eternamente” ya que cuando las baterías agotan su ciclo de recarga, a partir de los 5 años suelen empezar a perder facultades, sólo tenemos que comprar una nueva para disponer del 100% de su capacidad y autonomía. En los teléfonos con batería integrada también podríamos realizar el cambio pero este resulta mucho más complicado ya que deberíamos desmontar el teléfono y los fabricantes suelen diseñarlos para que esta operación sea muy complicada obligándonos en muchas ocasiones a realizarla en un servicio técnico, incrementando el coste de su sustitución, si queremos que nuestro preciado teléfono sobreviva con éxito a la operación.
Algunos modelos de baterías disponían de versiones “black” que estaban dotadas de una capacidad superior, como podemos ver por ejmplo en los modelos BL-4C y BL-4U.